lunes, 6 de abril de 2015

LA CONDUCTA CONSECUENTE

Para poder relacionarnos con las  demás personas de mi entorno, de tal forma que aumentemos las relaciones positivas y constructivas, generando a la vez confianza en nosotros mismos, nuestra conducta debe ser consecuente, conmigo mismo y con los demás.

Nuestra conducta no puede tener su base en técnicas obsoletas o que se pongan de moda en un momento determinado,  ni en costumbres heredadas que no han dado resultado alguno. La conducta que demostramos a los demás, va a ser nuestra tarjeta de credibilidad personal y un claro indicador de quien soy en verdad.

Mi conducta,  que no olvidemos que es mi  tarjeta de identidad ante los demás, la que cada día pongo en acción, la puedo poner en marcha  de forma inmediata y con cualquier tipo de relación, ya sea con mi mujer o con mi marido, con mis hijos, con mis jefes, con mis clientes o con mis amigos y también, en cualquier tipo de ambiente familiar y laboral.  

Sabemos con la suficiente veracidad, que cada cosa que hago en mi entorno laboral y familiar, tiene un impacto mayor que cada cosa que digo.  Puedo decirle a mis hijos que los quiero mucho todos los días, a mi mujer, a mis amigos, e incluso a mis clientes que están por encima de todo y son lo más importante, pero a menos que realmente cumpla lo que digo, mis palabras caerán en saco roto y no demostrarán confianza ni en los demás ni en mi mismo, sino más bien lo contrario.


Hemos oído mil veces, que aquí las cosas siempre se han realizado así, que soy  igual que mi padre y no puedo cambiar, pero todo esto no es cierto y las personas podemos cambiar nuestras conductas y la forma de hacer las cosas.

Cuando tengo claro que mis objetivos son generar confianza a través de mi conducta consecuente, en las personas y en mis entornos, mi conducta se convierte en un poderoso recurso que hace posible que mis relaciones con los demás sean satisfactorias y enriquecedoras, que obtenga una mayor colaboración de los que me rodean y pueda compartir con ellos los resultados obtenidos.

Mi conducta la decido YO, y puedo cambiarla siempre y cuando tenga claro lo que busco en mi mismo y en los demás. Un ejemplo claro es que puedo pasar de ser una persona poca comprensiva con mis hijos o con mis compañeros de trabajo, a comportarme voluntariamente de forma compresiva con los demás. Es cierto que esto nos puede llevar tiempo, pero a medida que me comporte así, me convertiré en la persona que quiero llegar a ser.

Es necesario tener muy presente quien soy, como me ven los demás y que tengo que mejorar cada día, desde el conocimiento del tipo de persona que soy o quiero llegar a ser, como en mis competencias personales a la hora de abordar las diferentes situaciones que se dan en mi vida.

Al fin y al cabo, consiste en llegar a un equilibrio personal, por ejemplo en hablar con claridad sin perder el respeto por los demás.  No olvidemos que se tarda mucho tiempo en crearse una reputación y cinco minutos en destruirla.

A partir de ahora, cada vez que pienses en generar confianza en los demás, ten presente que cada relación con una persona es un momento para generar confianza y la manera en como te comportes hará que la ganes o la pierdas. 

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